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La lesbiana depravada, a quien le encanta dominar a su pareja, trabajó en su habilidad en la esclavitud. Ella la ató firmemente a la silla e incluso ató sus senos elásticos con cuerdas fuertes. De modo que la rubia no atrajo accidentalmente la atención de los vecinos con sus gemidos y gritos, el bebé cerró la boca con una mordaza. Cuando su amante ya estaba completamente inmovilizada, la lesbiana comenzó a acariciar activamente sus tetas atadas, de las cuales las papilas rosadas de la rubia se endurecieron al instante.
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